lunes, 18 de junio de 2007

Bonito Quito

Sentado en la sala de embarque del aeropuerto de Cuenca, recordé mi primer viaje al Ecuador. Recordé el aeropuerto de Tumbes, los manglares y mi primer ceviche de conchas negras en Puerto Pizarro, el horroroso puente fronterizo entre Aguas Verdes y Guaquillas, Machala y los bananos interminables a lo largo de la carretera hacia Guayaquil. Mi primera incursión al país vecino tuvo como objetivo la compra de unas estatuillas talladas en madera que mi abuelo compró alguna vez y que quería conseguir nuevamente. El papapa me propuso viajar en avión a Tumbes, conocer la ciudad y cruzar la frontera en busca de la preciada artesanía. Acepté y nos enrumbamos hacia el norte no recuerdo en qué mes de verano del noventaitantos. La misión no tuvo éxito, anduvimos por todos lados preguntando por las estatuillas y nunca las encontramos. Parecía que siempre estarían más y más hacia el norte. Ecuador era para mí sinónimo de plátanos, agua de coco caliente, artesanía esquiva y sopa de ceviche.
Años más tarde, pude ir nuevamente a Ecuador con mi amigo Ineso. Hicimos un largo viaje por tierra hasta Montañita, el cual tuvimos que hacer tomando varias conexiones terrestres en Trujillo, Chiclayo, Guaquillas, Guayaquil y Santa Elena.. muchas horas de viaje que valdrían la pena después de pasar ricos días de fiesta y playa en un pintoresco y acogedor balneareo.
El aeropuerto de Cuenca y el de Tumbes son pequeños y seguramente se parecen a mil aeropuerto más utilizados solo para vuelos nacionales. En esta oportunidad, mis recuerdos llegaban durante la espera del vuelo No.43 de la empresa Aerogal con destino a Quito, ciudad que esperaba a la delegación pasante de peruanos trabajadores del programa APOMIPE quienes tomaríamos un vuelo de TACA esa noche con destino a Lima.
InterCooperation, ONG aliada de nuestro programa, con sede en Quito, financió una pasantía para el equipo de APOMIPE a Ecuador. Mi tercera visita al país, en compañía de los ejecutores del programa de Trujillo, Cajamarca, Lima y Cusco, me sirvió para conocer algunas de las provincias y cantones de su serranía: Quito, ciudad capital en la provincia de Pichincha; Latacunga y Salcedo en la provincia de Cotopaxi; Riobamba y Colta en la provincia de Chimborazo (nombre de un hermoso volcán que las nubes no nos permitieron ver); Cuenca, Nabón y Girón en la provincia de Azuay.
El viaje tuvo por objetivo conocer algunas experiencias asociativas y de desarrollo económico apoyadas por la cooperación en Ecuador. Pudimos ver procesos empresariales asociativos que venían desarrollándose desde hacía algunos años: Una empresa acopiadora de brócoli que contaba con 100 socios campesinos y 80 proveedores externos; una pequeña empresa productora de queso fresco que agrupaba a 16 mujeres organizadas de manera envidiable, proveedora de un consorcio de comercialización de queso con operaciones a nivel nacional; una operadora de turismo comunitario que ofrecía diferentes paquetes buscando generar beneficios directos para las comunidades de la actividad turística; finalmente, el trabajo de dos municipios cantonales (algo así como distritales) en la promoción del desarrollo económico local. Muchas experiencias, mucha información.
De vuelta al Cusco, evalúo la experiencia, comparo las realidades. Perú y Ecuador son muy diferentes. Primero, las ciudades y las vías de comunicación: La Panamericana peruana termina en Tumbes con la hegemonía costeña y pasa la frontera para subir a los Andes; la Panamericana ecuatoriana se alínea con las montañas y las surca generando un corredor económico en las alturas de la sierra. Segundo, la geografía: Los Andes ecuatorianos parecen ser menos accidentados que los peruanos, al menos que los del centro y el sur del país; la sierra ecuatoriana, algo parecida a la de Cajamarca, permite una agricultura y una ganadería que no sufren de los embates clímaticos a los que estamos acostumbrados en el Perú. Tercero, la cultura: Me fui de Ecuador con la impresión de que hay un mejor nivel educativo allá (a pesar de escuchar que la realidad de la costa es muy diferente); la forma de comunicarse en ciudades y comunidades, y la limpieza y orden de las ciudades que visitamos me sorprendieron gratamente.
Regreso con la cabeza algo más despejada y pensando en los meses de chamba que me quedan acá. En Lima Mauro me prestó el video "El Secreto" y me provoca aplicar algunas cosas que pude ver en él. Se vienen meses de bastante trabajo, pero viendo las experiencias ecuatorianas, se puede aceptar con mayor facilidad las dificultades del dia a dia local. Años de experiencia nos han sido transferidos.

1 comentario:

Fabrisaurio dijo...

Hola, en el 2004 tuve oportunidad de conocer El Cuzco y Machu Picchu y me encantó. Es un viaje que tengo que volver a hacer pero con mucho más tiempo. En aquel viaje encontré que ecuatorianos y peruanos somos muy parecidos, al menos en lo que a su gente se refiere. Pero no había pensado en esas diferencias que tú mencionas y que seguramente determinan comportamientos muy diferentes en ambas sociedades. Una visión muy interesante.

Llegué hasta tu blog por casualidad, estuve buscando en technorati el termino "Quito", con el objetivo de encontrar blogs que hablen de mi ciudad o de mi país, y he tenido la suerte de toparme con este excelente blog. Te va a parecer medio cómico, pero buscaba blogs para invitarles a jugar un meme.

Por si te apetece, te dejo las instrucciones aqui


Saludos